Patrimonio
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Introducción
El término de Firgas, que deriva del topónimo aborigen Afurgad, y entre otras interpretaciones significa pradera o lugar de vegetación, es el municipio más reducido de la isla, con apenas 15 km2 de superficie.
Sin embargo, no existe vínculo alguno entre superficie y relevancia histórica, ya que este pequeño municipio ha jugado un papel importante en el desarrollo histórico de la comarca, tal y como veremos a continuación.
Los enterramientos colectivos de El Hormiguero, de factura aborigen, son el testimonio de un poblado prehispánico, emplazado en el yacimiento de
Desde el momento en el que se procede al Repartimiento de la isla, tocándole en suerte al burgalés Tomás Rodríguez de Palenzuela tierras en Firgas, comienza su peculiar andadura esta circunscripción, que, aunque ligada hasta el siglo XIX al término de Arucas, no deja de sorprender y fascinar por los continuos avatares y entresijos que le va a deparar la historia.
La evolución de Firgas es una estrecha e íntima relación entre el ser humano y el agua. Esta afinidad es aún visible en el paisaje firguense. Acequias, cantoneras, pequeños acueductos, manantiales, pozos, balnearios son elementos constantes del paisaje municipal, guardando celosamente cada uno de ellos un pasado pletórico y sorprendente.
El emplazamiento de Firgas obedece a las enormes posibilidades que atisbó Tomás Rodríguez de Palenzuela en estos predios, pues a las fértiles tierras que le tocó se unieron los amplios caudales que ofrecía el naciente de Las Madres, en el barranco de Guadalupe o Aumastel. Las amplias disponibilidades hidráulicas y agrónomas posibilitaron el desarrollo de una floreciente industria azucarera, construyéndose varios ingenios y dedicándose importantes áreas al cultivo de la caña de azúcar.
La implantación de estos cultivos y de los trapiches azucareros tuvo nefastas consecuencias para
Un capítulo muy importante para el devenir de esta comarca fue el empecinamiento de Tomás de Palenzuela en canalizar las aguas de los nacientes de Las Madres, primero hasta Firgas y, a continuación, hasta Arucas. Esta notable obra es, probablemente, el epílogo de la próspera Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, una de las primeras corporaciones comunales surgidas tras
En el año 1506, y al igual que Arucas, jurisdicción en la cual se integraba Firgas, está construida la primera ermita, bajo la advocación de San Juan de Ortega, santo que no contará con la aquiescencia ni veneración popular. A esta ermita se le adhiere en 1613 el Convento de
A pesar del hundimiento de la producción azucarera, y debido a la alta productividad que ofrecía su campiña,no cesó de aumentar la superficie agrícola. La introducción en el siglo XVII de la papa y el millo tuvo una gran proyección en el paisaje de estas medianías, al ser unos productos que rápidamente se generalizaron, convirtiéndose en artículos básicos de la dieta campesina. Asimismo, la modificación de la propiedad de la tierra, adquiriendo cada vez más protagonismo el terrazgo, como la mejora en las obras de regadío, propician que el municipio minimice los efectos de la crisis azucarera y pase de una economía agrícola, basada en los productos de exportación, a una economía agrícola sustentada en la generación de productos destinados al autoabastecimiento o al mercado local.
La dilatación de la superficie cultivada, debido principalmente al proceso privatizador de las tierras públicas, supuso el irremediable óbito de
Tras varios intentos fallidos, por las continuas fluctuaciones políticas acaecidas en el segundo cuarto del siglo XIX, en el año 1835 Firgas se segrega finalmente de Arucas, al amparo del cambio político y de régimen que se produce tras el fallecimiento de Fernando VII, “el deseado”. Hay un aspecto bastante anecdótico en la historia de Firgas. Normalmente se consuma primero la independencia religiosa, con la creación de una parroquia, y posteriormente se accede a la autonomía política. Sin embargo, la fundación de la parroquia de San Roque, patrono auspiciado por la devoción popular, frente a San Juan de Ortega, impuesto por la devoción familiar de Tomás de Palenzuela, no se produce hasta 1845, una década después de su nacimiento como municipio independiente.
En el siglo XIX irrumpe con fuerza un nuevo monocultivo: la cochinilla, un parásito de las tuneras con el que se elaboraba un colorante rojo de gran valor comercial. Sin embargo, el descubrimiento de colorantes artificiales (anilinas) interrumpió el breve período de prosperidad propiciado por este cultivo.A principios del siglo XX, con la introducción del plátano se crea, en las áreas de vega y en las lomas hacia el litoral, un exuberante paisaje subtropical que, aunque más propio de otros climas más húmedos, conformó un ambiente agradable de verdor permanente. Debido a las grandes exigencias hídricas de este cultivo, se realizan gran cantidad de estanques, canales, depósitos, se perforan pozos y galerías que singularizan el paisaje del municipio.
Un elemento importante del paisaje rural, creado a lo largo de los siglos, son los elementos arquitectónicos tradicionales. Empero, con el abandono de las actividades tradicionales, se inicia el despoblamiento de los caseríos y la deserción de las áreas agrícolas, manteniéndose sólo la agricultura en las áreas más favorables, bien por la disponibilidad de riego, bien por las posibilidades agroambientales.